Cuentos de lo inverosímil_ANA GIL RODRÍGUEZ






Cuentos de lo inverosímil_ANA GIL RODRÍGUEZ

    

08/11/2024


Cierto tipo de paisajes tiene la capacidad de transportar al observador a un espacio de misterio y malestar. Ya antes del romanticismo, algunos artistas jugaban con elementos y con encuadres, y con un tratamiento determinado de la luz, para provocar una especie de desconcierto, de malestar, en el receptor. Yermos, paisajes agrestes, contornos desdibujados o elementos como figuras en sombra, al trasluz, esqueletos de árboles en invierno... El cine de terror supo aprovechar estos recursos para disponer las tramas de historias ante las que el espectador reacciona con cierta precaución, con reserva, pero a la vez también con curiosidad.

Ana Gil Rodríguez (Ourense, 1973) sabe de esta dualidad y la busca en sus series fotográficas. Es consciente del carácter artificioso de la práctica artística. Con sus fotografías busca jugar con las expectativas del observador, provocar desde la belleza desnuda de los paisajes, en las que siempre hay algo (“un algo”) que fija la mirada y crea sugestiones de misterio y duda. En el romanticismo, la categoría de lo sublime remitía la estos territorios de belleza y misterio que casaban mal con el pensamiento racional y ordenado de la modernidad. Artificio e ilusión son mecanismos para la maravilla, que llevan también a la desconfianza y la pérdida de estabilidad en los referentes. Seguramente es mentira lo que estamos viendo.

En la exposición se presenta una selección de fotografías pertenecientes a series que la llevan ocupando en estos últimos años: en Ausencias, imágenes de playas que parecen congeladas en el tiempo, donde la niebla marina difumina los límites entre arena, mar y aire; en La mansión de él ahorcado emergen esqueletos de árboles desde el fondo del pantano; en La ciega, unas casitas de metal escintilantes, como de juguete, recuerdan a mujeres luminosas que acabaron quemadas, consumidas, y acaban decorando cajitas de cerillas. El recurso a elementos metálicos dejados “casi por accidente” en paisajes yermos vuelve a aparecer en Espejismos. Finalmente, esa misma sensación de desamparo vuelve en una serie de cuatro imágenes captadas en las montañas nevadas de Lugo: Destierros nos muestran un mismo árbol que fue reducido a su mínima expresión por el paso del tiempo y por el invierno, y que la fotógrafa retrató exactamente desde el mismo punto en cuatro años consecutivos. Pero seguramente es mentira lo que estamos viendo.

 

Exposición realizada con la ayuda de

 

Miguel Anxo Rodríguez




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